Las plaquetas intervienen en la coagulación de la sangre impidiendo las hemorragias secundarias en las pequeñas lesiones que habitualmente se producen en las arterias, venas y capilares. Su déficit (trombopenia), que es frecuente en las enfermedades malignas de la sangre (leucemias) y tras algunos tratamientos del cáncer, provoca la aparición de hemorragias graves.